La hojarasca contiene radicales libres persistentes que pueden ser perjudiciales para la salud
Un nuevo estudio ha descubierto que las hojas caídas de los árboles son una fuente de radicales libres persistentes biogénicos (BPFR) que pueden resultar perjudiciales para la salud, según publican sus autores en la revista ‘Environmental Science & Technology Letters’.
“Descubrimos que tanto las plantas de coníferas como las de hoja ancha contenían niveles sustanciales de radicales libres persistentes afirma el profesor asociado de Ciencias de la Salud Ambiental (ENHS) en la Universidad del Sur de California (Estados Unidos) Eric Vejerano–. La gran cantidad y el suministro perpetuo de hojarasca es una fuente no contabilizada de radicales libres persistentes que, si son tóxicos, pueden tener repercusiones negativas para la salud cuando se inhalan o ingieren”.
Como científico de la calidad del aire y la atmósfera, el trabajo de Vejerano se centra en los contaminantes ambientales, sobre todo en los que pueden ser transportados por el aire. Está especializado en el estudio y seguimiento de los radicales libres ambientalmente persistentes (EPFR), una clase de contaminantes que pueden permanecer en el medio ambiente durante horas o incluso meses, a veces recorriendo largas distancias y capaces de causar efectos adversos en la salud humana y medioambiental.
En su laboratorio del Centro SmartState de Nanociencia y Riesgos Medioambientales de Carolina del Sur, Vejerano y su equipo estudian los EPFR creados por actividades humanas, como la fabricación y conducción de vehículos de gasolina. También estudian los radicales libres persistentes de origen natural (BPFR), como los incendios forestales. Con este último estudio, la hojarasca puede añadirse a la lista de BPFR.
Aunque los EPFR y sus riesgos para el medio ambiente y la salud se han estudiado ampliamente en las décadas transcurridas desde que se descubrieron en 1954, la mayoría de las investigaciones se han centrado en los resultantes de la combustión y los procesos térmicos. Con este estudio, Vejerano y su equipo han centrado su atención en los materiales de origen natural, para ver si los BPFR pueden desarrollarse y estabilizarse en las hojas.
Además de examinar diferentes tipos de plantas, también evaluaron la presencia de BPFR en hojas vivas y en descomposición, así como su persistencia a través de múltiples ciclos húmedos y secos. Los niveles de BPFR no sólo persistieron, sino que aumentaron a lo largo de los ciclos húmedos y secos.
“Dado que el 82% de la biomasa terrestre está compuesta por plantas, la presencia de BPFR en la hojarasca tiene implicaciones significativas –advierte Vejerano–. Cuando están contenidos en las hojas, los BPFR no suponen una amenaza para la salud. Sin embargo, cuando la hojarasca acaba desintegrándose, los BPFR pueden ser absorbidos y luego dispersados, donde pueden crear peligros potenciales para la salud humana y medioambiental”