La vigencia del ejemplo de Fraga

Actuó siempre guiado por dos principios: el amor a España y el entendimiento de la política como un servicio público. Siempre fue un ejemplo de la apuesta por la política, por el diálogo y la búsqueda del consenso para la resolución de los problemas que a todos nos afectan. Les hablo, naturalmente, de don Manuel Fraga Iribarne.
A lo largo de los últimos días han sido numerosos y bien documentados los testimonios y reflexiones que se han publicado en los diferentes medios de comunicación acerca de la trascendencia política y humana del fundador del Partido Popular tras su reciente fallecimiento. Creo que si la historia de España en los últimos años es una historia de éxitos y prosperidad es, en parte, gracias a hombres como el que nos ha dejado. Hombres y mujeres que con su generosidad supieron asumir las ideas de los demás, respetando e incorporando la diferencia como elemento constructivo. Personas que, en definitiva, sentaron las bases de la democracia en la que vivimos hoy. Creo que es justo y necesario recordar que en aquella recién nacida democracia, don Manuel no sólo consiguió liderar con plena solvencia una alternativa capaz de dar voz a millones de ciudadanos, sino que fue pieza imprescindible para, con visión de futuro y espíritu de generosidad, apostar por ese centroderecha moderno, integrador y a la altura de los tiempos en el que hoy confía una mayoría sustancial de españoles. Por lo tanto, no es necesario insistir ahora en su papel en la transición hacia la democracia o su labor aglutinadora de corrientes de pensamiento liberal y moderado en el ámbito del centro derecha español durante los años setenta y ochenta.
Me gustaría fijarme ahora en la trascendencia del ejemplo y el legado de Manuel Fraga para el presente y el futuro de nuestro país. A nadie escapa que España atraviesa en la actualidad un momento especialmente complicado que, con independencia de las razones o los desaciertos del anterior gobierno socialista, nos ha colocado a todos en una encrucijada económica y política que va a exigir el mejor de nuestros esfuerzos para poder superarla. Si España contase con muchas personas del rigor intelectual, la capacidad de trabajo y el amor por el servicio público que acreditó a lo largo de su vida Manuel Fraga, estoy seguro de que la salida de la crisis estaría hoy más cercana. Por eso quiero destacar la validez de su ejemplo para las nuevas generaciones de españoles que, dentro o fuera de la escena política, han de enfrentarse a unos años complicados y llenos de momentos difíciles. En el mejor estilo de Fraga, podemos decir que sólo desde la pasión por el trabajo, la rectitud en el servicio público y el amor a España podremos trabajar unidos para garantizar el futuro de nuestro país en esta situación tan delicada. Y lo cierto es que el gobierno que preside Mariano Rajoy es, en buena medida, heredero del espíritu de trabajo y sacrificio que caracterizó a Manuel Fraga en sus largos años al frente del Partido Popular. El ejemplo de Fraga es, en la actualidad, un testigo que recogemos con respeto y orgullo, conscientes de su vigencia y validez a la hora de abordar la resolución de los problemas que tenemos por delante. Creo que comparto el sentimiento de muchos almerienses que, al igual que yo, consideran que la vida de la persona a la que el Ayuntamiento dedicó una céntrica y hermosa rotonda en la capital supone un testimonio que trasciende las lógicas y normales diferencias políticas y que, en estos momentos de crisis, se eleva por encima de la media para trasladar un mensaje de confianza y esperanza en el futuro común.
Javier Aureliano García
Secretario General del Partido Popular de Almería