44 aniversario constitucional

Estimados y apreciados lectores, estamos en las vísperas de la Navidad, en donde en breve, tras la Misa del Gallo, el Verbo se hará Carne y habitará en nuestros corazones, en nuestras familias, en nuestros entornos personales y profesionales.

Este año los españoles hemos de celebrar con unción el aniversario de nuestra Constitución Española de 1978, antes quiénes quieren verla abatida, echando al traste histórico cuarenta años de progreso y bienestar social, por el solo hecho de un cinismo decimonónico y una rencorosa intencionalidad ideológica de quebrar la unidad de España como comunidad nacional de convivencia.

Hay que ver con la manía indoctamente extendida, de cambiar España sin consenso, de federarla con irreales decretos, de republicanizarla asimétricamente hasta en los tuétanos de los sentires monárquicos, incluso, anular todo aquel patrimonio cultural, que según algunos populistas seudo ácratas, alientan significativamente con aguas turbulentas, pensamientos inquisitoriales de carácter ideológico o religioso.

Hoy 6 de diciembre, como en los últimos XLIII años de monarquía parlamentaria y democracia social, es la efeméride más respetable para los españoles, porque este día, tras un largo periodo político no democrático procedente de un régimen republicano bolcheviquizado, que dió paso a una guerra incivil, los españoles con la más mínima beligerancia y agresividad dialéctica, recuperamos un gran marco jurídico de concordia cívico – social, elogiado por otros países, los cuales no tuvieron el mismo acierto en la gestión pública del don providencial de una Transición política, hoy cuestionada por su esfuerzo y espíritu de fraternidad y perdón, y que configuró con dignidad histórica a todos los españoles, a los de antes, los de ahora y los del futuro, sin necesidad de seguir dictando leyes, que no buscan la confraternidad, sino todo lo contrario.

Sí esenciales son todas las disposiciones que integran la Carta Magna, el eje vertebrador de todas ellas se basan en la defensa de este gran país, nuestra Patria, que es España con toda su diversidad cultural, que tras el sagrado juramento a la Bandera, nunca más España se vea ultrajada como Nación, en su soberanía e independencia, en su integridad territorial y en el ordenamiento constitucional, por lo que es necesario, que desde los hemiciclos de la Carrera de San Jerónimo y Plaza España, Sus Señorías, no hagan perjuro de alta traición y programen el trabajar por España y no contra España para deshacerla como un balcanizado rompecabezas, que traería dañinas consecuencias para un esperanzador y mediato futuro.

Finalmente, expresar con profunda emoción a los sones del Himno Nacional, por un lado, un responso espiritual y testimonial para todos aquellos difuntos y familiares, que en estos años se les quebró el corazón y el alma al servicio de España y, por otro lado, la Constitución -con sus más y sus menos- es la salvaguarda del futuro de nuestra Patria.