Acusado de matar a su mujer dice que solo recuerda “voces” y que tenía “mucha cafeína” en el cuerpo
El hombre de 51 años acusado de matar en Albox (Almería) a navajazos a su esposa después de que ella le comunicase que quería el divorcio ha asegurado este lunes ante un jurado popular que, del momento del crimen perpetrado en mayo de 2009, “solo” recuerda “voces y nada más” y que no está “seguro” de lo que pasó en el interior del domicilio familiar ya que “llevaba mucha cafeína en el cuerpo y tenía la mente muy agotada de trabajar”.
“No tengo explicación”, ha asegurado Francisco Agustín G.T., de 51 años y camionero de profesión, a lo largo de una declaración que ha entrado en numerosas contradicciones con respecto a los testimonios que prestó en la fase de instrucción y en la que ha rechazado, tal y como mantienen el fiscal y la acusación particular, que sometiese durante años a María C.R., de 42 años, a “numerosos” episodios de violencia física y psíquica.
El procesado, de 51 años y que enfrenta una petición fiscal de 16 años de prisión como autor de un delito de homicidio y otro de tenencia ilícita de armas, ha sostenido que no recuerda lo que pasó después de que él y la víctima iniciasen una discusión en el almuerzo al decirle ella que quería iniciar una “vida sin él” aunque ha reconocido que “le había puesto muy nervioso” en la línea de su defensa, que sostiene que “perdió el control racional de sus actos” y que esto le lleva a tener “importantes lagunas de memoria”.
“Sólo sé que mi mujer está muerta”, ha manifestado pese a que, a los dos días de cometer presuntamente el crimen, tal y como le ha recordado el abogado de la acusación particular, aseguró al instructor del caso que, “mientras cortaba el jamón para la comida, ya le venía a la cabeza lo de matarla”. Sí ha reconocido que pensaba que ella “tenía otro hombre” porque, según ha apuntillado, “le tocaban al timbre muchas veces, compraba regalos para un hombre delante de mis hijas y le vi por la ventana hablando con él un día”.
Francisco Agustín G.T., quien ha negado también a preguntas de la acusación que sometiese a maltrato a sus dos hijas, ha relatado en la primera sesión del juicio que se prolongará toda la semana en la Sección Tercera de la Audiencia Provincial, que estaba “nervioso y alterado” por la discusión en la que “ella me insultó y me escupió a la cara” pero ha vuelto a alegar falta de memoria a la hora de explicar cómo y de dónde cogió el arma homicida.
“Se levantó de comer, me dio en la cara y ahí se enredó la cosa. Ella se fue al dormitorio a cambiarse para ir a trabajar y no recuerdo más. Cuando me despeje llame a un cuñado creo y le dije que no trajera a mi hija del colegio”, ha indicado para, a continuación, reconocer que no realizó llamada alguna ni a la Guardia Civil ni a la Policía Local y alegar que unos meses antes había estado en “tratamiento psiquiátrico por ansiedad, tomando pastillas”.
Durante la primera sesión de la vista oral se ha practicado, asimismo, la testifical de los cuatro agentes de la Guardia Civil que acudieron en primer lugar al domicilio familiar y que realizaron la inspección ocular. En una línea muy técnica, han relatado que encontraron al acusado con las manos manchadas de sangre y apoyado contra una pared del pasillo “tranquilo aunque un poco perdido” mientras que el cuerpo de la víctima yacía en el dormitorio.
El Ministerio Público interesa para Francisco Agustín G.T. una pena de 14 años de cárcel por un delito de homicidio y 24 meses de prisión por un delito de tenencia ilícita de armas ya que el procesado quitó la vida a María C.R., de 42 años, con una navaja automática de 23 centímetros de hoja cuyo uso está prohibido en España.
NAVAJA AUTOMÁTICA
Según la acusación, el procesado sometió a la víctima durante 24 años de matrimonio a “numerosos” episodios de violencia física y psíquica que nunca llegó a denunciar pero que le llevaron a decidir separarse de su agresor. María C.R. inició los trámites de divorcio y, en al menos en una ocasión, habló con el procesado de la posibilidad de disolver el matrimonio, un extremo que él ha reconocido en sala.
El día del crimen, el 20 de mayo de 2009, le comunicó que quería iniciar una “nueva vida sin él” y el presunto homicida, asegura el fiscal, “no lo aceptó, no soportando la idea de separarse de ella y marcharse de casa”. Cuando la víctima se disponía a salir de casa para acudir a su lugar de trabajo, Francisco Agustín G.T. cogió de un armario la navaja automática y con la intención de acabar con la vida de su esposa, se dirigió al dormitorio de una de las hijas del matrimonio donde estaba ella y comenzó a exhibir el arma.
En ese momento, se inició una discusión que derivó en un “forcejeo” en el que María C.R. intentó “infructuosamente defenderse agarrando con ambas manos la hoja de la navaja”. El procesado le mordió entonces la mano y, a continuación, la sujetó con fuerza del cuello y los brazos mientras “le tapaba la boca con la mano para hacerle callar”.
Cuando logró vencer la resistencia de su víctima y con el firme propósito de causarle una muerte cierta, le asestó tres navajazos en tórax y en abdomen que le provocaron la muerte al perforar uno de sus pulmones y seccionarle el corazón. La mujer tenía 42 años y dos hijas en común, una de ellas menor, con el presunto homicida. La Fiscalía solicita que el procesado no pueda acercarse ni comunicarse con ellas por un periodo de diez años e pide que indemnice a cada una con 120.000 euros.