Arrogancia en la gobernanza nacional y tozudez en la gestión pública

No tenemos bastante con ser los últimos en crecimiento económico respecto a Unión Europea; pagar más cara la luz, la gasolina y la compra de productos alimentarios; sin rebajas fiscales; una sanidad con competencias autonómicas pero hipotecada a nivel legislativo desde el desGobierno de la “plurinacional” España, sino que, 276 agresores sexuales se han beneficiado de la llamada la Ley del “solo si es si”, poniendo de manifiesto, la falta de concordancia racional política entre la gubernamental Moncloa y la legislativa Carrera de San Jerónimo, este último al ser responsable de una redacción normativa atrofiada y fracasada, que está quebrando la debilidad del sistema constitucional.
No solo es esta desajustada ley, sino otras leyes en las que se recogen en las mismas, desvirtuadas regulaciones con un marcado carácter ideológico sectario, que están quebrando la estabilidad democrática de la sociedad civil: la Ley 20/2022, de 19 de octubre, de Memoria Democrática y la Ley Orgánica 14/2022, de 22 de diciembre, de transposición de directivas europeas y otras disposiciones para la adaptación de la legislación penal al ordenamiento de la Unión Europea, y reforma de los delitos contra la integridad moral, desórdenes públicos y contrabando de armas de doble uso, entre otras recientes.
Ninguna de ellas consensuadas por el conjunto de fuerzas políticas constitucionalistas de ambos hemiciclos, sino por una parte sesgada de los mismos: independentistas y comunistas y otros granos de mostaza, dejando a una gran parte de España silenciada, millones de electores fuera de la convergencia política.
Pero especialmente, respecto a la Ley del “solo si es si”, es la falta de respeto institucional de quienes son garantes del cumplimiento sin fisuras de las reglas de convivencia, al cuestionar a los magistrados y jueces del Poder Judicial en la aplicabilidad con rigor técnico de las leyes aprobadas como responsables de que se hayan beneficiado a estas 276 personas con penas dolosas desde la implementación de la norma y no hayan tenido la capacidad sapiencial en la gobernanza para corregir aquellos párrafos normativos, los cuales están produciendo un desajuste en el cumplimiento de las condenas de los reos por determinados ilícitos penales.
Y es que, a la vista de lo que está aconteciendo con arrogancia en la gobernanza nacional y tozudez maliciosa en la gestión pública, podríamos aplicar aquellas palabras empleadas del intelectual Pier Paolo Pasolini, quien en su obra “El valor de la derrota”, describió con certeza unas líneas que bien podrían aplicárselas a la situación política que durante estos años se está produciendo en la gobernabilidad federalista nacional:
“Pienso que es necesario educar a las nuevas generaciones en el valor de la derrota. En manejarse en ella. En la humanidad que de ella emerge. En construir una identidad capaz de advertir una comunidad de destino, en la que se pueda fracasar y volver a empezar sin que el valor y la dignidad se vean afectados. En no ser un trepador social, en no pasar sobre el cuerpo de los otros para llegar el primero.
Ante este mundo de ganadores vulgares y deshonestos, de prevaricadores falsos y oportunistas, de gente importante, que ocupa el poder, que escamotea el presente, ni qué decir el futuro, de todos los neuróticos del éxito, del figurar, del llegar a ser. Ante esta antropología del ganador de lejos prefiero al que pierde.
Es un ejercicio que me parece bueno y que me reconcilia conmigo mismo. Soy un hombre que prefiere perder más que ganar con maneras injustas y crueles. Grave culpa mía, lo sé. Lo mejor es que tengo la insolencia de defender esta culpa, y considerarla casi una virtud”.
-Rafael Leopoldo Aguilera-