Ascensión del Señor
Lecturas: Hch 1, 1-11. A la vista de ellos, fue elevado al cielo. Sal 46. Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas. Ef 1, 17-23. Lo sentó a su derecha en el cielo. Mt 28, 16-20. Se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra. Poneos en camino, haced discípulos a todos los pueblos.
La Palabra ilumina el misterio de la Ascensión y la Sagrada Liturgia nos invita a disfrutarlo en el espacio eucarístico (Lo que fue visible en nuestro Redentor, ha pasado a los ritos sacramentales, León Magno). Merece la pena deleitarnos y saborear con calma las diferentes oraciones que realizaremos en la Santa Misa y que nos llevan de la mano como miembros de la Iglesia que dirigen sus pasos junto a su Señor hacia el cielo.
El relato de los Hechos de los Apóstoles detalla el último acontecimiento de la vida de Jesús y el comienzo de la vida de la Iglesia que tiene su espacio entre la partida del Señor y su regreso al final de los tiempos. Al “separarse” de los suyos, Jesús les promete el Espíritu para que puedan (podamos) ser testigos de la Resurrección “hasta los confines de la tierra”. El Salmo viene como “anillo al dedo” para ayudarnos a entender como al ascender al cielo, Jesús es entronizado como “rey de toda la tierra”. La carta a los Efesios insiste en la soberanía de Cristo sobre toda la creación y como nuestra esperanza debe aferrarse a su victoria que recibimos como la mejor de las herencias.
A lo largo del Evangelio de Mateo hemos conocido varios montes (Bienaventuranzas, Transfiguración, Galilea). Todos son espacios privilegiados para adentrarnos en el misterio de Jesús, excepto el monte de las tentaciones (Mt 4,8-10), donde a Jesús se le prometen todos los reinos del mundo y su gloria a condición de adorar al diablo. Ahora son convocado los “once”. Subraya la ausencia de Judas y llama la atención que no se les denomine “apóstoles” que significa enviados. Los cristianos somos discípulos que buscamos establecer una estrecha relación con el Maestro, relación personal y de seguimiento. Sintámonos uno más de los once. Busquemos afianzar el encuentro en la Palabra, la Eucaristía, la comunidad y en el ejercicio de la Caridad.
Ramón Carlos Rodríguez García
Rector del Seminario