¡Ay de los que hacen de la luz tinieblas y de las tinieblas luz!
Ningún verdadero profeta de Dios fundó religión alguna, tampoco Jesús de Nazaret. Ni los profetas del antiguo Testamento, ni el Profeta más grande de todos los tiempos, Jesús, jamás instauro o emplazó a sacerdotes, obispos ni a cualquier otro tipo de dignatarios. Es más, Jesús habló en contra del sacerdocio, no importa como éste fuera mostrado públicamente por sus representantes. Jesús enseñó la libertad y durante su vida se posicionó más que evidentemente en contra de la casta sacerdotal, con el fin de ponerla al descubierto y abrir los ojos al pueblo, para ello incluso llegó a utilizar palabras contundentes de la misma forma que también lo hicieron los verdaderos profetas de Dios en todos los tiempos.
Durante miles de años Dios habló a través de sus mensajeros en contra de la casta sacerdotal y de sus oscuras prácticas paganas. Sin embargo pocos siglos después del asesinato de Jesús de Nazaret a manos del poder estatal romano instigado por la casta sacerdotal de la época, a los sacerdotes se les ocurre tomarse el derecho de ser los seguidores de los verdaderos profetas de Dios, de aquellos a quienes demonizaron y llevaron a la muerte con calumnias y mentiras. Quien crea entender tanta incongruencia podrá quizá ser beatificado por la iglesia, sin embargo quien dude y no lo crea con toda seguridad llegará más rápidamente al cielo.
En la actualidad el catecismo católico enseña sobre la capacidad profética atribuida a los sacerdotes tras su consagración, trasmitida por el Espíritu Santo junto con los dones carismáticos, entre los que se encuentra el don de profetizar. Es decir, el sacerdote se convierte automáticamente en profeta, algo así como: “quien tiene un cargo recibe el don carismático”. Pero reflexionemos: ¿por qué Dios llamó siempre entre las personas sencillas del pueblo a sus profetas?, ¿por qué Dios no ha elegido nunca ni elegirá a uno de entre los muchos sacerdotes impregnados de dogmas y rituales del culto a Baal para servirle como profeta? ¿Por qué tampoco apenas llamó a profetas de entre los reyes, ricos y nobles, y si lo hizo, los sacó de ese entorno y los envió al desierto de este mundo?
La respuesta la encontramos precisamente en las propias palabras de Dios trasmitidas a través de Sus profetas, quienes estuvieron siempre en contra de la casta sacerdotal, y hablaban en contra de sus intrigas, en contra de sus trampas y ceguera. Dios, el Eterno envió una y otra vez a la encarnación a profetas como portadores de Su palabra, para liberar a los hombres de sus ataduras. Y precisamente a través de Isaías dijo palabras serias y claras al pueblo y a los poderosos, demostrando que El es un Dios de la libertad y del amor, aunque siempre ha advertido a tiempo a Sus hijos. A través de los verdaderos profetas Dios instó a los hombres a dar la vuelta, a cambiar antes de que sus causas se convirtieran en efectos. Reproducimos algunos párrafos manifestados a través de Isaías.
(Isaías, 5, 8-9) ¡Ay de los que juntan casa a casa, y añaden heredad a heredad hasta ocuparlo todo! ¿Habitaréis vosotros solos en medio de la tierra? Ha llegado a mis oídos de parte de Jehová de los ejércitos, que las muchas casas han de quedar asoladas y sin morador las grandes y hermosas.
(Isaías, 5 11-14) ¡Ay de los que se levantan de mañana para seguir la embriaguez hasta la noche y no miran la obra de Jehová, ni consideran la obra de Sus manos! Por eso ensanchó su interior el Seol, y sin medida extendió su boca; y allá descenderá la gloria de ellos, y su multitud, y su fausto, y el que en él se regocijaba.
(Isaías, 5, 20-21) ¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo! ¡Ay de los sabios en sus propios ojos, y de los que se creen listos delante de sí mismos!
Estimado lector cualquier parecido con la realidad o con determinas personas no es mera casualidad, sobre todo en lo que concierte a los dignatarios eclesiásticos.
-Vida Universal-