El humor gamberro de Juan Dávila hace las delicias de sus creyentes en el Auditorio
El cómico conectó desde el minuto uno con un público entregado, muchos de los cuales desfilaron sobre el escenario y se ‘sometieron’ a sus bromas en ‘La Capital del pecado 2’
Si se entra en la web de Juan Dávila para comprar entradas, se comprueba que no queda ni una: ‘sold out’ en todas las ciudades. Almería no ha sido la excepción y llenará hasta el próximo domingo cuatro veces el Auditorio Maestro Padilla. 4.000 personas que se apresuraron a reservar hace tiempo su ticket. Como dijo el humorista al pasear por el patio de butacas y ver a una mujer con un bebe de apenas meses, “claro cuando compraste la entrada no había previsión de niño, y ahora pues has tenido que traerlo”.
Juan Dávila es un maestro de la improvisación, una agilidad mental de la que disfruta un público entregado. Y también es un buen ejemplo de cómo sacar rendimiento a las redes sociales, pues el mismo fenómeno que se vive en los teatros, se produce en el entorno digital. El millar de almerienses que acudieron a la primera de las sesiones sabía a lo que se exponía, y, así, el showman bajó despacio las escaleras, desde la parte alta de las butacas, acompañado de un técnico de vídeo, observando las caras de pánico o quizás de deseo, quién sabe, y provocando al personal para estudiar a quiénes subirá al escenario.
‘La capital del pecado 2’ sigue la estela de la primera parte, adentrándose en aquellos aspectos de los que da más vergüenza hablar en público y que normaliza con su humor gamberro, como el sexo, convirtiendo las situaciones cotidianas en comedia, y haciendo terapia con los problemas de la gente, llamando por teléfono a quien le ha hecho el feo para ‘vengarse’. Siempre con un humor irreverente, pero dominando los límites. Una de las claves de su éxito es que no son monólogos al uso, sino que el desarrollo de la narrativa la comparte, en directo, con el público. Algunas historias ya han sido contadas por los espectadores en las redes, que incitan a Juan Dávila a interactuar con un espectador del que conoce previamente su situación. Son los invitados VIPs. En otras, es el directo el que marca el rumbo de los relatos. Y en todos los casos, el actor maneja los tiempos de forma brillante.
De esta manera, llega un momento en el que se encontró con más de una veintena de espectadores sobre el escenario, padres, parejas, amigos… de diferentes razas, costumbres y estratos sociales, a los que intenta sacar de su zona de confort para disfrute de los demás, mientras desde el público le jalean para seguir superando barreras. Esto es la capital del pecado y cada uno viene a expiarlos.
En definitiva, es un espectáculo gamberro, donde se sabe cómo comienza y no cómo acaba. Bueno el final sorpresa, sí es el mismo en todas las ciudades, pero no queremos hacer ‘spoiler’, pero desde luego si le aseguramos que Juan Dávila es un actor muy atrevido.
Si en este mundo las marcas venderían su alma por convertir al público en creyente, Juan Dávila ha tocado el cielo, o el infierno, y sana los pecados del público de cada ciudad con humor y diversión, con ingenio y velocidad mental, con irreverencia, agotando entradas, y, siempre, demostrando sobre el escenario un talento descomunal.