La banca purgará los desmanes del ladrillo

Decir que la reforma financiera española pasará a la historia tiene algo de banal. La historia recoge, sin automatismos, pero de forma inexorable, cualquier huella de nuestro actuar que tenga cierta relevancia. Y el devenir del sistema financiero la tiene, y mucha, para cualquier país. No. Lo relevante es plantearse cómo pasará a la historia esta reforma financiera.
Una de las claves de que la reforma sea un éxito es que sea relativamente rápida. Y el diseño de la reforma financiera prevé que los grandes cambios se hayan realizado antes de empezar 2013. Para entonces, la transformación de la banca española, que ya no de dividirá artificialmente entre la que controlan los políticos (cajas) y la que no, le permitirá ganarse la confianza del mercado. El mercado es internacional. Lo que podrán hacer los bancos españoles es acceder al mercado mundial de capitales para financiarse y ser de nuevo competitiva internacionalmente. De fondo está la visión de que el mercado financiero es internacional, y que las entidades tienen que tener el tamaño y la efectividad suficientes para no sucumbir. Y si España quiere seguir teniendo entidades punteras y con pretensiones legítimas y realistas de jugar en la primera categoría, su regulación nacional y su posición financiera tiene que generar confianza.
Y hay otro elemento importante, que es puramente político. Luis de Guindos es el ministro de Economía con menos poder político de la democracia. Cristóbal Montoro, además de querer robarle la cartera cuando habla él de reformas de la economía española, controla el ministerio más importante en estos momentos, y que tiene un poder creciente, como es el de Hacienda. Un poder creciente, porque ahora controlará los presupuestos de las Comunidades Autónomas. Además, controla políticamente el ministerio de Trabajo, que tiene en sus manos la reforma más importante de la legislatura, más seguramente que la propia reforma financiera. Pero esta es la hora de Luis de Guindos. Y si concluye el año y el sector ha seguido sus indicaciones, con la ayuda del Banco de España, De Guindos habrá logrado un resonante éxito, con importantes consecuencias para la recuperación de la economía española, y del empleo.
Ahora bien, estamos estrenando febrero y gran parte del trabajo está por hacer. No todo, porque las propias entidades financieras, por su propio interés, están adelantando el trabajo. ¿En qué consiste la reforma? En reconocer los errores del pasado, asumirlos, pagarlos, y seguir adelante. ¿Cómo se hace eso?
Los bancos han prestado demasiado dinero. Ese dinero ha ido a proyectos que no debieron iniciarse jamás porque no había ahorro suficiente para financiarlos. Pero la maravilla del sistema fiduciario es que es capaz de crear crédito de la nada, sin el respaldo del ahorro. La parte negativa de esa maravilla es que luego la economía se desengaña, en forma de una penosa crisis económica. Muchos de esos créditos, en definitiva, no se podían pagar. Los prestamistas, los bancos, incurren en graves pérdidas. Pero los bancos no han reconocido esas pérdidas. Les otorgan un valor a sus activos que no es real. Eso hace que el inversor desconfíe de nuestras entidades. Éstas no se pueden financiar con la facilidad o en las condiciones de otras competidoras. Son menos competitivas.
Pero para recobrar la confianza es necesario reconocer la verdad. ¿Cómo? Los bancos tendrán que apartar una parte de los beneficios y destinarlos a provisiones. Esas provisiones serán las que sufraguen las pérdidas derivadas de apuntar el verdadero valor de sus activos.
El ministerio de Economía cree que las entidades tendrán que destinar 50.000 millones de euros a sanearse. Recordemos que el pasado año ya se destinó a ello la cantidad de 66.000 millones de euros. La novedad es que 10.000 millones de esas provisiones se hacen sobre los préstamos inmobiliarios sanos, es decir, lo que no son en principio problemáticos. 25.000 millones serán con cargo a los resultados. Habrá un colchón de capital adicional de 15.000 millones, que se realizará con cargo a beneficios no distribuidos, ampliaciones de capital o alguna fórmula híbrida. Así las cosas, la provisión del suelo pasará del 31 por ciento actual al 80 por ciento, la de los proyectos en marcha del 27 al 65 por ciento y la del resto de activos problemáticos del 25 al 35 por ciento. Todo este proceso llevará un año. Menos, porque el plazo concluye el 31 de diciembre de 2012.
Por lo que se refiere a las fusiones, el ministerio exigirá un plan de gobierno corporativo, un plan de viabilidad económica, un compromiso de ampliación del crédito y otros requisitos. El plan de fusión se tendrá que presentar antes del 30 de mayo, de modo que tienen sólo cuatro meses. Las operaciones tienen que ser aprobadas en junta antes de septiembre, y realizadas antes de que comience el siguiente año. Si necesitasen financiación adicional en estas operaciones, el FROB podrá prestarles, al 8 por ciento. Así, el 1 de enero de 2013, tendremos un nuevo sistema financiero en España.