Medina Azahara, Mägo de Oz y Obús brillan por todo lo alto con lo granado de sus legendarios repertorios en Maldito Rock
Las tres bandas, que suman juntas más de 120 años de trayectoria, hicieron vibrar al público en la noche con las guitarras y voces más afiladas de la Feria de Almería
“Necesito respirar” o “Todo tiene su fin” de Medina Azahara. “Molinos de viento” o “Fiesta pagana” de Mägo de Oz. “Prepárate” o “Vamos muy bien” de Obús. Todas infalibles. El Recinto de Conciertos del Ferial recibió anoche la noche con las guitarras y voces más afiladas de la presente Feria de Almería con Maldito Rock. Una denominación que espera tener vocación de continuidad y que contó con la presencia de tres tótems incontestables como, por orden de intervención, Medina Azahara, Mägo de Oz y Obús. Todo ello bajo la producción de DGB Producciones y dentro de la programación especial puesta en marcha desde el Área de Cultura, Tradiciones y Fiestas Mayores del Ayuntamiento de Almería.
Tres bandas tan diferentes como tangenciales y con territorios o conexiones comunes según la fase de sus extensísimas trayectorias. Hasta el punto de que entre las tres suman más de 120 años en la escena, si tenemos en cuenta que el nacimiento de Medina Azahara data de 1979, el de Obús en 1980 y el de Mägo de Oz en 1988. Obús ha sabido mantenerse como emblema del hard rock y el heavy metal desde los ochenta, Medina Azahara, salvaguarda de la esencia del rock andaluz con matices de hard rock y heavies, y Mägo de Oz sigue siendo la banda más importante del folk rock con esa querencia por las melodías celtas, con violín y flautas.
Medina Azahara, inagotables
Fue Medina Azahara o, lo que es lo mismo, los guardianes de la esencia del Rock Andaluz que capitalizó Triana en su momento y al que ellos añadieron una fuerte carga de hard rock y heavy metal, quien abrió la terna. Con su inconfundible vocalista Manuel Martínez, con el magnífico Paco Ventura a la guitarra y Manuel Ibáñez a los teclados como núcleo de la banda, y con la savia nueva de Álvaro Coronado al bajo y Fernando Prats a la batería, empezaron justo como se iniciaba su histórico debut: “Paseando por la Mezquita”, para después descerrajar la hímnica “Velocidad” y su estribillo sencillo pero vibrante.
Los ligeros tempos de rumba rock de “Solo un camino” precedieron a una representación de su nutrida producción de canciones que claman por la paz y la concordia como “Hijos de la guerra” o “O.U.A.”, donde Martínez dirigió al público para los dobles coros. El amor por Triana y Jesús de la Rosa se hizo explícito con un bloque en el que recuperaron sus eternas “Abre la puerta”, “En el lago” y “Tu frialdad”, bien recibidas por un público encantado.
A lo largo de los años Medina, a lo Scorpions, se ha forjado también un gran repertorio de baladas y, de entre todas ellas, eligieron ayer “Solo y sin ti”, quizá de las mejores, y el hermoso canto a su ciudad en “Córdoba”. Como bisagra, “No quiero pensar en ese amor”, versión de Los Módulos, fue acelerando el paso para una escalada final para la que se guardaron la festiva “Palabras de libertad” y las imprescindibles “Necesito respirar” y “Todo tiene su fin”, de nuevo haciendo honor a Los Módulos y al gran Pepe Robles.
Tras presentar a toda la banda, con bien de guiños a temas como “The final countdown” de Europe o “Seven Nation Army” de The White Stripes desde el bajo, Medina Azahara cerró con la agradecida “A toda esa gente” siempre con esa felicidad que irradian los cordobeses desde el escenario, con un Manolo Martínez incombustible en sus melismas y energía y un Paco Ventura como ‘hacha’ de la guitarra al más puro estilo ‘guitar hero’.
Mägo de Oz, la potencia de la sangre fresca
Mägo de Oz es la banda de folk metal por excelencia del país. Pegó fuerte en el mundillo heavy con sus ópera rock sobre la Biblia (‘Jesús de Chamberí’) y ‘El Quijote’ de Miguel de Cervantes (‘La leyenda de la mancha’) y triunfó más allá del circuito alternativo con el doble disco “Finisterra” y la posterior trilogía de ‘Gaia’ con esa mezcla de violines y melodías celtas que en España introdujo Ñu, emulando a Jethro Tull, y que sigue vigente.
Aunque nunca han flaqueado en apoyo, e incluso son considerados una leyenda en toda Latinoamérica, donde le sigue un público heavy muy fervoroso, es cierto que los cambios de vocalista, la salida de algunos miembros históricos y que hayan pasado más de 40 músicos por la banda podrían haber truncado su camino por el suelo de baldosas amarillas… Pero nada más lejos de la realidad. Con Txus a la batería (fundador) y Mohamed al violín desde el 1992 como hilo temporal, el grupo tiene entre ceja y ceja el sentido del espectáculo y su concierto es una constante activación de atenciones con el fuego, las entradas y salidas, las proyecciones…
Y han conseguido armar una alineación de lujo. Desde las tres guitarras (brutal Jorge Salán y el inmenso momento solista con el deleitó anoche; más cómico y showman Víctor de Andrés; y preciso y quirúrgico Ix Valieri), pasando por la entrada a los coros y segundas voces de Xana Lavey (vocalista de Celtian), Fernando Mainer al bajo (imprescindible sus tiempos en Tako), Francesco Antonelli a los teclados, Diego Palacio a la flauta travesara y, finalmente, un magnífico Rafa Blas a cargo de la voz, fundamental para todo grupo pero con un plus extra para una banda Mägo de Oz.
El que fuera ganador de la primera edición de La Voz, con varios discos editados y experiencia en musicales para recrear voces tan exigentes como las de Freddy Mercury y Michael Jackson, Rafa Blas se hizo con la reverencia y el cariño del público a las primeras de cambio, sabiendo estar en su papel sin ‘pasarse’ en el exceso de protagonismo, pero siendo consciente de ser la cara más visible de la nave y el defensor vocal de un repertorio exigente, sobre todo el heredado de los tiempos de José Andrea.
La extensa “Alicia en el metaverso” con sus numerosos cambios de dinámica y ambientaciones, incluidos unos guturales de Xana Lavey, abrieron la actuación en la que pronto salió una de las históricas, “Molinos de viento”. Y es que “Luna de sangre” y “El aplauso herido” fueron la segunda y tercera concesión al último disco del grupo, dedicado a la novela de Lewis Carroll. Sorprendió para bien la recuperación de “El Paseo de los Tristes” y su aire arabesco y “La venganza de Gaia”.
El ‘formato festival’ acelera los desarrollos así que se empieza a intuir el final cuando se recupera la etílica “La posada de los muertos” y ese canto de amor a la música de “Hasta que el cuerpo aguante”. En el tramo final, “Gaia” fue el último desarrollo extenso con toques progresivos para cerrar con los esperados éxitos comerciales de “La costa del silencio” y “Fiesta pagana”, que dejó un dulce sabor de boca a un concierto revitalizante.
Obús, poderosos como el trueno
Considerada una de las bandas históricas del hard rock en castellano, los años no han hecho perder ni un ápice de la energía a los conciertos de Obús, siempre divertidos y contundentes, “poderosos como el trueno” parafraseando el título de uno de sus discos más antológicos. Todo ello gracias a un Fortu Sánchez que conserva el encanto y empaque de su voz como el primer día y un gran escudero de todo tipo de andanzas como es Paco Laguna a la guitarra, con Carlos Mirat a la batería y Luisma Hernández al bajo.
“Necesito más” y una especialmente afilada “La raya”, incluso con el remate vocal metálico incorporado al estribillo, abrieron su paso por Maldito Rock. Contundencia en la base rítmica, guitarra musculosa en el acompañamiento y lacerada en los solos y una voz incorruptible al paso del tiempo son los secretos y credenciales que una vez más puso Obús sobre la mesa.
Aires de cine quinqui con “El que más” y velocidad en la carretera para “Corre, mamón” le dieron un plus de energía a la madrugada. La solemne “Te visitará la muerte” y ese puñetazo en la garganta de “Que te jodan” continuó el camino por la “Autopista”, con sus animaciones y provocaciones a los presentes, hacia el hard rock más brutal de Fortu y los suyos.
En algún momento había que bajar ligeramente el pistón y fue con la mejor balada de la banda, la lastimosa “Complaciente o cruel”. Un pequeño respiro para entrar en el “Juego sucio” del “Dinero, dinero”, las dos gemas preciosas de la discografía de Obús antes del esperado final con “Prepárate” (más conocido por el grito de guerra posterior en el estribillo con aquello de “va a estallar el obús”) y la bulliciosa y beoda “Vamos muy bien”, entre las que se insertó la presentación de la banda, de por sí un espectáculo digno de mención.
El broche final vino de la mano de “Yo solo lo hago en mi moto”, que ha cogido galones en los últimos años como despedida de una banda que, como las otras dos compañeras de viaje en la noche de Maldito Rock, es irrepetibles e inconfundible. Y así se lo gozaron las 3.000 personas presentes.