¡MENUDO SABLAZO!, por Jesús Martín Gómez
Uno de los principales problemas de nuestro país es, sin duda, la falta de profesionales. Cada vez se nos hace más difícil encontrar a un fontanero, un albañil o un electricista que quiera solucionarnos el pequeño problema que podemos tener en nuestra casa. Hay que recurrir a contratistas que buscan, principalmente, hacer nuevas obras en las que el metro cuadrado se cotice a buen precio. Cuando conseguimos que alguien se apiade de nosotros y nuestro chapuz siempre nos parece caro ¡Menudo sablazo! Y es que al déficit de profesionales hemos de añadir la devaluación del trabajo manual, a pesar de que estamos deseando traernos un trabajo artesanal de nuestra última escapada por los Dolomitas que consentimos que nos cobren como deseen. Es decir, existe una reviviscencia de lo artesanal que reducimos al ámbito de lo meramente decorativo o gastronómico, como si de una pieza de museo se tratara.
Fabrice Hadjadj en la conferencia titulada La Suerte de haber nacido en nuestro tiempo expone cómo el hombre de hoy seducido por lo digital y cibernético ha renunciado en su trabajo al contacto directo con la materia. La causa de esta renuncia sería principalmente el hecho de que ésta se resiste a la manipulación, se hace respetar. El abandono de esta labor habría provocado también la desnaturalización de las relaciones con el mundo dando a luz la cultura de la inmediatez. El efecto directo de esta forma de vida es la falta de respeto, podemos llamarla devaluación si queremos, de los tiempos de cada cosa y de cada persona. La inmediatez ha roto la dinámica natural aquella que el Creador ha inscrito en el ser de cada naturaleza y por la que cada individuo tiende al encuentro con él.
El resultado es el desencuentro que se manifiesta en la consideración de que la materia es solo un conjunto de átomos desmontables a capricho, que no posee en sí la dinámica del crecimiento que la lleva a adquirir una forma concreta. Pensemos, por ejemplo, en cómo se traduce esto en los avances médicos y en la manipulación de la fisionomía humana a capricho del consumidor. Frente a la proclamación de la victoria de la voluntad de poder Nitzscheana, según la cual nada debe impedir al hombre ser aquello que desea; se contrapone la bondad de lo creado donde lo natural se nos presenta como un don que custodiar y no un recurso que explotar. Esta alternativa nos lleva también a respetar los tiempos de las personas comprendiendo mejor la historia de la salvación, individual y comunitaria, que es encuentro del Creador con la criatura, del artífice con la obra, Encarnación.
Jesús Martín Gómez
Párroco de Vera