Una sublime Natalia Millán deslumbra en el Maestro Padilla
El fin de semana cultural comenzó de la mejor manera posible con una cita que quedará en el recuerdo de los casi mil asistentes que se reunieron anoche en el Auditorio Municipal Maestro Padilla para disfrutar de la renovada “Cinco horas con Mario”. Y todo gracias a la magistral interpretación de la gran actriz Natalia Millán, en el papel de Carmen Sotillo, la viuda del Mario que da nombre a la obra, que vela a su difunto marido durante la noche posterior a su velatorio.
Después de ver su actuación de anoche, compararla con Lola Herrera, la actriz que eternizó el papel durante tantos años, ya no sirve. Millán muestra a una nueva Carmen, una nueva mujer que, a pesar de decir el mismo texto que el de la Carmen de Lola Herrera, conmueve de una forma diferente. La capacidad de esta actriz para transmitir los sentimientos de una mujer de la cuarentena en los años 60, es sublime. Como ya decían otras críticas, a Natalia Millán se le quedan cortas estas cinco horas con Mario. Consigue que el espectador se envuelva en el ambiente de esa última noche de conversación entre una mujer y su difunto esposo, y hace que la hora y media de función se haga demasiado corta.
El público vibró y se emocionó con la última noche de Carmen Sotillo junto a su marido Mario. Y es que hay que dar la enhorabuena a esta actriz, que consigue transmitir las palabras del gran autor, Miguel Delibes, de una manera impresionante.
Además hay que destacar la escenografía, simple y sencilla, pero perfectamente adecuada para dar protagonismo al personaje. La luz, que va cambiando avanza la noche, el silencio que consigue situarse aun más en la situación… Todo un cúmulo de aspectos bien coordinados que hacen de “Cinco horas con Mario” una obra excepcional. Y así ocurrió anoche en Almería. Tal y como se preveía, la de ayer se ha convertido en una de las grandes citas de esta temporada invernal, organizada por el Ayuntamiento de Almería a través del Área de Cultura, quien agradece a Natalia Millán y a la directora de la obra, Josefina Molina, su paso por la capital.