El golpe de Estado del Frente Popular del Siglo XXI

Sólo desde un desconocimiento rotundo de la historia o desde un profundo sentido de la manipulación histórica, puede alguien sorprenderse o hacerse el sorprendido por el hecho de que la izquierda protagonice un golpe de Estado.
Las izquierdas los han dado en todos los países que los han dejado, incluyendo éste. Cuando el 14 de abril de 1931, las fuerzas republicanas proclamaron la Segunda República como consecuencia de unas elecciones municipales en las que ni siquiera se impusieron las izquierdas sino que fueron ganadas por los partidos monárquicos, lo que ocurrió fue, en realidad, un paso más en un camino que había comenzado meses antes con el Pacto de San Sebastián, que reunió entorno a una mesa de conspiración y planificación a partidos como Alianza Republicana, el Partido Radical Socialista, la Derecha Liberal Republicana, Acción Catalana, Acción Republicana de Cataluña, Estado Catalán y la Federación Republicana Gallega, así como líderes socialistas como Indalecio Prieto. A ellos, en octubre de ese año 30, se sumaron el PSOE y la UGT.
Desde aquel golpe de Estado, porque sólo así se puede denominar el cambio de modelo de estado, monarquía por república, sin un referéndum sino tomando como base unas elecciones a los ayuntamientos, los partidos republicanos de la izquierda no cesaron ni un momento de subvertir la voluntad popular, con el objetivo de convertir a la monarquía española que asaltaron en un estado soviético satélite de la URSS.
En España, acaba de archivarse la causa de los papeles del PP, que fue la excusa, barata, vil y vergonzosa, con la que el PSOE convocó una moción de censura para subvertir la voluntad de la ciudadanía que había elegido como presidente a Mariano Rajoy, en un movimiento absolutamente análogo al de abril del 31.
Y también desde entonces, desde 2018, el PSOE, junto con su Frente Popular particular, me permitirá mi querido Alfredo Martínez Almécija que utilice el término que ha refrescado en estos días en nuestra Tertulia Sin Complejos, formado por partidos de extrema izquierda, independentistas y terroristas, un extracto ideológico también análogo al del 31, no ha parado de darle la vuelta igualmente a la voluntad popular plasmada en la Constitución del 78, con constantes ataques legislativos, la mayoría vía decreto.
Este jueves, ante la mirada atónita de los partidos constitucionales, PP, Vox y Ciudadanos, y el desnortamiento generalizado de una población idiotizada que no reacciona ni ante provocaciones ni ante los más furibundos ataques a sus derechos básicos, el Frente Popular del Siglo XXI le ha propinado un rabioso mordisco a nuestro estado constitucional y a la división de poderes.
Fue así, a pecho descubierto, con frases como la de la chiqui-ministra Montero, alzando la voz en el Congreso para afirmar, sin que le duela el alma de representante pública, que el poder judicial no puede limitar la voluntad popular plasmada en el poder legislativo, cuando precisamente el poder judicial existe para que ni siquiera el resto de poderes puedan vulnerar la ley, como no han dejado de hacer desde el nefasto día en que PSOE y Unidas Pirrakas se entregaron al golpismo independentista para desgobernar este país.
Y ahora estamos en éstas, escandalizándonos por lo que ocurre, por lo que protagonizan las izquierdas en Perú, en la Unión Europea, en Venezuela, en Argentina, en cualquier otro lugar del mundo que no sea España, que es donde verdaderamente se está dando un más evidente golpe de Estado, el del Frente Popular del Siglo XXI.
-Víctor J. Hernández Bru-