La ‘prima Lilibeth’ se hubiera quedado en Abu Dhabi
Sí, me refiero a la foto del padre, Juan Carlos I, con el hijo, Felipe VI, en el funeral más sonado de la historia: el de Isabel II en Londres, que congregará este lunes a reyes y mandatarios del mundo entero en la ceremonia que todos admiten que clausura una era. Las especulaciones acerca del cuidado con el que La Zarzuela prepara cada paso de los reyes para que no coincidan, o coincidan lo menos posible, con ‘el padre’, e incluso con ‘la madre’, crecen a medida que se acerca la hora de la última de las ceremonias que culmina los diez días de fastos tras la muerte de la anciana monarca del Reino Unido.
No habrá un solo fotógrafo de los centenares que se van a congregar allí que no haga lo imposible para captar la imagen de un padre con su hijo, aunque sea coincidiendo en un pasillo, un encuentro fugaz. Una anomalía que refuerza la idea de que el emérito no debería haber accedido a la invitación de Buckingham Palace: todo lo que sea tensión conviene poco a una institución como la monarquía.
Comprendo que para Juan Carlos I, que es hoy el máximo exponente de la época que se acaba, que se ha acabado ya de hecho, resultase muy duro permanecer en Abu Dhabi mientras todas las testas coronadas que con él convivieron en momentos de gloria se congregan para dar el postrer adiós a quien fue la ‘primus inter pares’ de todos ellos. No se rechaza una invitación oficial para asistir a un acto de estas características, te dicen quienes defienden que quien fue jefe del Estado de España durante cuarenta años se veía obligado, por cierto tras argumentar lo contrario días antes, a acudir a la ‘cumbre’ londinense. No estoy de acuerdo: las tensiones, especulaciones, dimes y diretes que este viaje desde el Golfo Pérsico está suscitando para nada convienen a una institución como la que representa hoy Felipe VI, un gran rey que trata de implantar en su Casa una normalidad que está resultando imposible de conseguir. Y no solo, por cierto, por culpa del emérito, contra quien nunca me erigiré en fiscal, aunque forzoso es reconocer que las cosas están hoy, en su contra, como están.
-Fernando Jáuregui-