Pecata minuta

En vista de cuanto está aconteciendo, la expulsión de Joaquín Leguina del PSOE es “pecata minuta”. Y lo que está pasando es que resulta inaudito el envite del Gobierno contra la propia Constitución, pretendiendo modificar leyes orgánicas por la puerta de atrás y exclusivamente en función de sus intereses. Como es igualmente inaudito que el Gobierno abarate figuras del Código Penal con el solo propósito de favorecer a quienes hace unos años decidieron embestir contra la Constitución convocando un referéndum ilegal para proclamar la separación de Cataluña de España.
En fin, que Sánchez y los suyos caminan continuamente por la cuerda floja defendiendo su estancia en el poder y no los intereses generales. Y en el pecado tienen la penitencia porque sus cesiones a los independentistas catalanes no solo arreglan ningún problema sino que lo enervan aún más. Que al día siguiente de abaratar el delito de sedición para que Puigdemont, Junqueras y compañía puedan regresar por la puerta grande a la política, se diga desde Esquerra que ahora van a por el referéndum de autodeterminación, deja al Gobierno en el más absoluto de los ridículos. Pero esto es lo de menos, lo de más es que, a estas alturas, los ciudadanos no podemos descartar un enjuague entre Sánchez y Esquerra para la convocatoria de ese referéndum.
A mi me hubiera gustado que el Presidente Pedro Sánchez hubiera salido al paso declarando solemnemente que no se va a celebrar un referéndum de autodeterminación en ninguna parte del Estado por la sencilla razón de que no lo permite la Constitución. Pero en vez de él salió su escudero, el ministro Bolaños, para no aclarar nada y a eso se añadió que el ministro Iceta y el ex ministro Illa, también hicieron declaraciones emborronando la situación aún más al decir que no se trata de convocar referéndum sino una “consulta”. O sea pongámonos en lo peor. Realmente este Gobierno cree que los ciudadanos somos rematadamente tontos y nos puede engañar con un juego de palabras cambiando “referéndum” por “consulta”. Así que en estos momentos la situación política en nuestro país está al rojo vivo.
Por tanto, la expulsión de un militante socialista crítico con el Gobierno como lo es Joaquín Leguina, es una minucia habida cuenta de todo lo que está pasando. Aún así no diré que me extraña que Pedro Sánchez y “su” PSOE, porque este PSOE es solo suyo, hayan decidido expulsar a Joaquín Leguina de sus filas. De Sánchez dicen quienes están cerca que no perdona a sus críticos y tiene “apuntados” a todos los que disienten de su manera de gobernar. No soportar la crítica es muy humano, porque a nadie nos gusta que nos pongan “verdes” con o sin razón, solo que cualquiera que haga política debe de tener, entre otras cualidades, piel de elefante para poder encajar opiniones opuestas.
Joaquín Leguina lleva más de cuarenta y cinco años militando en el PSOE, es un veterano, ha sido Presidente de la Comunidad Autónoma de Madrid, y siempre estuvo alineado con el sector mas izquierdista de su partido, aunque seguramente el paso del tiempo y la experiencia nos va aplacando y haciendo más realistas a todos.
Al expulsar a Leguina el PSOE se desprende de una parte de su propia historia, pero sobre todo muestra la intolerancia hacia quienes son críticos con el jefe y se atreven a decir en voz alta lo que piensan.
¿Alguien se cree que todos los que militan o votan al PSOE están de acuerdo con cuanto hace y dice Pedro Sánchez? La respuesta espero que sea NO. Pero entonces apelan a la disciplina. Aunque no se esté de acuerdo hay que callar, lo contrario es dar armas a los adversarios. Y así llegamos a esa pescadilla que se muerde la cola: hay que cerrar los ojos antes los desmanes, errores, y demás que pueda cometer el partido. Lo contrario es traicionarlo.
En los juicios de Moscú durante la negra noche del estalinismo muchos comunistas detenidos aceptaban como autómatas crímenes que les achacaban y no habían cometido, pero lo hacían para no “dañar” al Partido.
Nunca el PSOE ha estado más mediatizado por un solo hombre como ahora con Pedro Sánchez. Sin duda tiene más poder que todos los anteriores secretarios generales y lo peor es el miedo que infunde porque temen que cualquier discrepancia provoque su venganza.
A Leguina le han expulsado y esa expulsión retrata a quienes lo han hecho. Me pregunto qué quedará del PSOE después de Sánchez.
-Julia Navarro-