El pacto envenenado de Rubalcaba

Rubalcaba ya ha recuperado la sonrisa, la mala leche, la locuacidad. Después del batacazo electoral parece tener ganas de seguir en el machito, en el poder, al frente del PSOE. Su discurso de respuesta a Rajoy ha estado lleno de ataques, aparentemente suaves, eso sí, pero ha querido mantener su promesa de que pensaba hacer eso que los políticos siempre dicen y jamás cumplen: una oposición constructiva.
El veterano y astuto dirigente del PSOE no ha podido evitar ponerle a Rajoy un puñadito de trampas. Algunas soterradas y otra, la principal, llena de cepos: su oferta de consenso para llevar a Europa una postura común ante la crisis. No se lo cree ni él, pero con ese pretexto acusará en cuanto pueda a Rajoy de no querer pactar con la oposición, de utilizar el rodillo para aplastar al resto del Parlamento.
Porque a estas alturas, parece más que difícil que el PP y el PSOE puedan llegar a algún acuerdo sobre materia económica. Y, sobre todo, porque Rubalcaba pondrá sobre la mesa sus trasnochadas teorías económicas, quizás porque se las crea, pero, sobre todo, para que Rajoy las rechace y poder atacarle por “prepotente” y demás adjetivos que sacará de su lengua envenenada. Rubalcaba comienza la nueva legislatura como la anterior: con sus artimañas de zorro viejo de la política.
Rajoy, de momento, no ha querido entrar al trapo. Ha pronunciado un discurso brillante, como suele, ha dejado claro que se centrará en lo más urgente, atajar la sangría del paro, y ya, por fin, ha anunciado alguna de las medidas que tomará su Gobierno, como subir las pensiones, reducir los kilométricos puentes laborales, aumentar el bachillerato tres años y acabar con la mayoría de las prejubilaciones y permitir que pymes y autónomos paguen el IVA cuando hayan cobrado sus facturas.
El que ya mañana será el nuevo presidente del Gobierno cuenta con una holgada mayoría absoluta con la que puede gobernar a gusto. Pero el Parlamento será su tortura con Rubalcaba con el cuchillo entre los dientes, los nacionalistas pidiendo sus dineros y ERC y, sobre todo, Amaiur insultándole a él, a España y a la Constitución.
Pero el peligro de Rajoy se sigue llamando Rubalcaba. Salvo que los socialistas se lo piensen dos veces y pongan a Chacón o a cualquier otro en su lugar. Y si eso ocurriera, la oposición del PSOE seguiría siendo destructiva, que no constructiva, pero perderíamos el duelo entre dos grandes parlamentarios. Entre el brillante e irónico Rajoy y el no menos brillante y ladino Rubalcaba. La nueva legislatura está a punto de empezar. Rajoy no lo va a tener fácil ni con la crisis ni con el PSOE.