La necesidad del ajuste salarial
¿Cuál sería el comportamiento de los salarios nominales que contribuiría más positivamente a la expansión económica y a la creación de empleo? Según se explica a continuación, la mejora de las posibilidades de crecimiento económico y creación de empleo exige la reducción o cuando menos la congelación de los niveles salariales medios de la economía. Antes de justificar esta afirmación es conveniente efectuar algunas aclaraciones conceptuales:
Se ha de recalcar que se trata de los salarios de los trabajadores del sector privado así como los de los entes o empresas públicas que producen bienes y servicios de mercado. Los salarios de los empleados públicos en sentido estricto deberían fijarse de manera que faciliten la congelación u orientación a la baja de los salarios privados.
En rigor, los argumentos teóricos se aplican a los salarios por hora trabajada. Hay varias medidas que pueden reducir el salario por hora medio de la empresa. Por ejemplo, la caída drástica del absentismo o una mayor flexibilidad para modificar jornadas o reasignar geográfica y funcionalmente plantillas puede inducir reducciones del salario por hora efectivamente trabajada en muchas empresas y sectores.
En cualquier caso, la lucha contra el absentismo y el imprescindible aumento de la flexibilidad interna de las empresas no elimina la necesidad de reducción o congelación de salarios por persona en el grueso del mercado de trabajo. En varios segmentos, ciertamente, los aumentos salariales no son incompatibles con mejoras de la competitividad y aumentos del empleo. Ahora bien, como se argumenta en los puntos siguientes, la variación del salario nominal medio por persona en el conjunto del sector privado necesaria para impulsar la recuperación económica y la creación de empleo debe ser negativa o cero en el mejor de los casos.
Para crecer, la economía española debe sobre todo ser capaz de reducir el déficit exterior por unidad de crecimiento económico. Sólo así se conseguirá frenar el crecimiento de nuestra deuda exterior neta y relajar la severa restricción de financiación que sufre nuestra economía. Para ello no basta con reducir el déficit exterior en proporción al PIB, como se hizo en 2009, 2010 y 2011. Esto es, no sirve de nada recortar el déficit exterior si dicha caída es la contrapartida de una caída del PIB. Para reducir significativamente el déficit exterior por unidad de crecimiento económico es necesario aumentar sensiblemente la competitividad de la economía, para lo cual es imperativo que nuestros costes laborales unitarios crezcan menos que la media de los de nuestros principales socios comerciales durante un periodo dilatado. Para ello, o bien nuestros costes laborales nominales crecen menos que los suyos o nuestra productividad laboral crece más que la suya. Evidentemente es también posible reducir nuestro coste laboral unitario relativo si la diferencia entre los ritmos de variación de los costes laborales es compensada o sobrecompensada por la diferencia entre los crecimientos de la productividad, como ha ocurrido entre 2009 y 2011. En estos años España ha reducido sus costes laborales unitarios en relación con los países de la eurozona gracias a crecimientos de nuestra productividad mayores que los suyos, lo que ha sobrecompensado el mayor crecimiento relativo de nuestros salarios nominales. Ahora bien, dicho diferencial positivo entre el crecimiento de nuestra productividad y el de la suya la hemos conseguido mediante una destrucción de empleo por unidad de PIB que no debe seguir.
En el futuro, al menos en los próximos dos o tres años, el crecimiento del empleo en el sector privado debería ser igual o superior al crecimiento del PIB. Esto es, el ritmo de avance de la productividad debería ser nulo o ligeramente negativo. Esto significa que para mejorar nuestra competitividad, para seguir reduciendo significativamente nuestros costes laborales unitarios en relación con la media de la eurozona, es necesario que nuestros costes laborales nominales registren un ritmo de variación sensiblemente inferior al de los suyos. Teniendo en cuenta la moderación salarial imperante y previsible en el resto de la eurozona, lo anterior implica que únicamente el ajuste o la congelación salarial permitiría simultanear ganancias de competitividad con crecimientos del empleo y del PIB. Expresando dicho razonamiento en términos numéricos, supongamos que el crecimiento salarial anual medio en la eurozona no supera el 2% y el crecimiento medio de la productividad es del orden del 1% (excluyendo España en ambos casos). En estas circunstancias, con un crecimiento nulo de la productividad en España, la congelación salarial permitiría ganancias de competitividad de alrededor de un punto porcentual anual. Estas ganancias son insuficientes para inducir una mejora significativa del déficit exterior por unidad de crecimiento económico, de manera que sería muy deseable multiplicarlas mediante una reducción de las cargas sociales, siempre y cuando dicha reducción se acompañe de medidas que neutralicen su impacto presupuestario.
La disminución o congelación salarial se terminará imponiendo en España por la presión de las descomunales cifras de paro. Dicho esto, un pacto de congelación salarial ofrecido por los sindicatos, sin contrapartidas, tendría un efecto muy beneficioso sobre la prima de riesgo y la disposición de la comunidad financiera internacional hacia nuestro país.
La reducción o cuando menos la congelación de los salarios medios del sector privado es igualmente necesaria para aumentar la creación de empleo por unidad de crecimiento económico. Como regla general, el empleo en el sector privado varía en proporción al PIB más la caída porcentual (o menos e aumento porcentual) de los costes laborales reales, definidos estos como la diferencia entre el ritmo de variación de los costes laborales nominales medios y el aumento proporcional de los ingresos medios de la empresa española (aproximadamente iguales a la inflación subyacente). Obviamente, esta es una regla tendencial y por tanto no excluye desviaciones en algunos años que sean compensadas por desviaciones en sentido opuesto en otros. Para maximizar la creación de empleo a corto plazo es necesario atravesar una etapa de crecimiento nulo de la productividad aparente del trabajo, lo que sólo es posible si disminuyen sensiblemente los costes laborales reales. En esto el mercado de trabajo es similar a cualquier otro mercado en el cual exista un exceso de oferta: el ritmo de reducción del exceso de oferta (el paro, en el caso del mercado de trabajo) es proporcional a la magnitud de la reducción del precio relativo del bien o servicio en cuestión (el coste laboral real). Al igual que sucedía en lo concerniente a las ganancias de competitividad, la creación de empleo asociada con la caída de los salarios reales se puede intensificar mediante una reducción de las cargas sociales, siempre y cuando dicha reducción sea acompañada de medidas que neutralicen su impacto presupuestario.
-José Luis Feito-