LA GACETA.- La banda terrorista rehace su estructura y aún dispone de 50 pistoleros en Francia
ETA asegura que no matará, pero se prepara para hacerlo. Las últimas detenciones, el pasado sábado, de tres terroristas armados prueban las verdaderas intenciones de la banda criminal. Fuentes de la lucha antiterrorista aseguran además que la organización asesina ya ha rehecho parte de sus estructuras en los últimos meses. Asimismo, cifran en 50 el número de etarras en activo en estos momentos. Y las citadas fuentes remarcan que los actuales líderes de ETA se encontrarían al norte del país galo.
El hecho de que Jon Etxebarría Oyarbide, Íñigo Marco Sancho y Rubén Rivero Campo, los tres últimos etarras detenidos, portasen armas cortas –por cierto, adquiridas en pleno proceso de paz– y, sobre todo, materiales para fabricar explosivos que habían adquirido “recientemente” –según el Ministerio del Interior– ha encendido todas las alarmas. No en el seno de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, que ya venían alertando de las verdaderas intenciones de ETA pese a su anuncio de “cese definitivo”.
Las fuentes consultadas remarcan que la banda terrorista aún juega con la hipótesis de volver a matar si lo considera oportuno, dado que su último pronunciamiento –el del supuesto final de la violencia– supeditaba su disolución a la puesta en marcha y desarrollo de una negociación con el Estado acerca de “las consecuencias del conflicto” (presos, huidos de la Justicia y expulsión del País Vasco de la Policía, la Guardia Civil y el Ejército).
En ETA hay ahora mismo unos 50 miembros. Entre ellos se encuentran Iratxe Sorzábal, Izaskun Lesaka y David Pla, los tres líderes actuales de la banda. Cuentan, además, con un amplio grupo de terroristas más jóvenes que ellos. De todos, la enorme mayoría se encuentra ahora al norte de Francia.
Que los tres últimos etarras detenidos provinieran de Segi (rama juvenil de ETA) y que al menos dos de ellos se hubieran incorporado a la banda poco tiempo atrás son datos reveladores. Demuestran, a juicio de las fuentes mencionadas, cómo la banda terrorista se ha dedicado a reorganizarse pese a sus continuos comunicados sobre treguas y otros eufemismos.
En septiembre de 2010 ETA anunció a través de un vídeo publicado por la BBC el “cese de las acciones armadas ofensivas”. Sin embargo, los terroristas siguieron a lo suyo, con robos de vehículos y de tarjetas magnéticas en suelo francés. Ya en enero de 2011 la banda asesina amplió el cariz de su alto el fuego al convertirlo en “permanente, general y verificable”, tal y como reclamaban los mediadores internacionales liderados por el sudafricano Brian Currin y afines a Batasuna, brazo político de los etarras.
La ausencia de atentados y los golpes policiales a la banda –en marzo de 2011 se desarticuló por última vez a la cúpula– en todo este periodo no evitó que los etarras en libertad continuasen con su actividad criminal, como ejemplifica el tiroteo que dos de ellos mantuvieron con las autoridades francesas en abril del pasado año. Un gendarme resultó herido y el terrorista que le hirió, Oier Gómez Mielgo, disparó a matar. Para vender la supuesta verdad de su tregua, la propia ETA emitió un comunicado 15 días después en que aseguró que el cruce de disparos se había producido “contra su voluntad”.
En junio de 2011, cuando la banda llevaba seis meses de alto el fuego “verificable” y reclamaba gestos a los Gobiernos español y francés para entablar una negociación, las autoridades de ambos países detuvieron a uno de los etarras más buscados: Iñaki Domínguez Atxalandabaso. Este individuo se desplazaba en tren desde Italia a Francia cuando fue apresado. Y llevaba en su poder materiales para fabricar explosivos. Justo al igual que los tres presuntos terroristas arrestados el pasado sábado, como se ha dicho.
A ese respecto, fuentes de la lucha antiterrorista aseguran a este diario que los etarras detenidos el pasado sábado en Joigny no sólo intentaron resistirse. Incluso, uno de ellos salió corriendo por las calles de la localidad para intentar huir. Sin embargo, un agente de la Benemérita le siguió hasta que le capturó. Un comportamiento que también da buena muestra de cómo se las gastan los etarras.